Director Dan Curtis, 1975, Trilogy of Terror
A menudo, entre los aficionados del terror y lo paranormal, surge la pregunta: “¿Has visto algo?”. En mi caso, la respuesta es “no del todo”. Aunque no he visto nada, he experimentado el miedo a través de los relatos de amigos y conocidos.
Escuchar las historias de otros me llevó a indagar en mis propias vivencias, hasta que recordé un episodio que me heló la sangre. Durante las vacaciones, solía visitar a una tía que vivía en El Junquito, cerca de Caracas. Su casa estaba en lo alto de una colina, apartada de otras viviendas. Para un niño del Caribe, estar en un lugar con temperaturas de 10 grados y envuelto en la neblina del Ávila era como flotar en otro mundo.
Una noche fría de agosto, mis primos y yo veíamos una película en un pequeño televisor en blanco y negro. La trama giraba en torno a un muñeco africano que cobraba vida para atacar a una mujer que quería hacerle daño a su madre. Estábamos hipnotizados y asustados, cuando una de mis tías nos recordó que era hora de dormir.
Ante nuestra negativa, nos lanzó una muñeca de trapo negra, lo que aumentó nuestro miedo. Esa noche nos acomodamos en el cuarto, distribuidos entre camas y colchones. A medianoche, oímos fuertes golpes en las ventanas que nos asustaron. Pero, al mirar afuera, solo vimos oscuridad y neblina.
Terminamos la noche rezando, impulsados por nuestra tía que se sentía culpable por el incidente.
Años después, encontré la película que habíamos visto: Trilogía del terror, grabada en 1975 y cuya trama narraba tres historias diferentes. La única conexión entre las tres historias era que la actriz estadounidense Karen Black protagonizaba cada una de ellas.
Julie, el primer segmento, cuenta la historia de Chad, un estudiante interpretado por Robert Burton, quien engaña a su profesora universitaria y, tras sedarla, abusa de ella. Aunque la profesora lo «perdona» y comienzan una relación, todo llega a su fin cuando Chad descubre que él ha sido víctima de un engaño: Julie es en realidad una asesina en serie que había manipulado a Chad para que se fijara en ella.
En el segundo segmento, titulado Millicent y Therese, se cuenta la historia de dos hermanas que se hieren entre ellas. Durante un episodio de este inusual comportamiento, una de las «hermanas» intenta eliminar a la otra usando un ritual vudú. La sorpresa llega al descubrir que Millicent y Therese son la misma persona, y que este acto resultó ser el suicidio de una paciente con trastorno de personalidad múltiple.
En la última parte, llamada Amelia, el muñeco africano que vimos aquella noche cobró vida y ataca al personaje de Amelia. Aunque la historia es simple, los efectos especiales ayudan a que las imágenes sean escalofriantes y que el relato se sienta verídico.
Esta anécdota de la infancia perduró tanto en mi memoria que terminó inspirando mi relato La noche más larga, incluido en mi libro Cuentos Extraños.
Los invito a ver la película y compartir sus impresiones. Además, les dejo una fotografía del muñeco que protagonizó nuestros temores infantiles y ahora forma parte de este relato compartido.

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